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Costesti

La ciudad de Costesti, información de interésPoblación: 4704 habitantes Costeşti (Húngaro: Kosztesd) es un pueblo del condado de Hunedoara , Transilvania, Rumania, cerca de la ciudad de Orăştie. Aquí hay una fortaleza dacia, la primera en orden cronológico, de una serie de obras defensivas imponentes, estratégicamente distribuidas a lo largo de la vertiente carpática.

Buscando referencias de esta ciudad, encontré un relato de Samuel Akinin titulado "SOBREVIVIENTES COSTESTI"... que es muy interesante , como referencia de la historia de esta ciudad. Os publico en este apartado parte del relato, pero si quereis leerlo entero seleccionar el url siguiente: http://www.estudiargratis.com.ar/samuel-akinin/historias-judias.htm




SOBREVIVIENTES COSTESTI POR Samuel Akinin


Albores del siglo diez y ocho, Rusia. Los progroms se realizan cumpliendo sus objetivos. El pueblo judío es exterminado y diezmado. Sus sobrevivientes obligados a huir a otros países, a otras latitudes. De mis antepasados sólo dos hermanos lograron salvarse, eran menores y había quedado huérfanos. Los que sobrevivieron tenían que protegerse primero a si mismos y luego a los suyos. Nadie se podía ocupar de ellos.

Los dos hermanos se ayudaban el uno al otro. Realizaron hazañas que muchos mayores ni siquiera se hubieran atrevido. El no riesgo a perder algo, los envalentonó a seguir adelante. Su meta era escaparse de Rusia.
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Su punto más cercano y un poco más tolerante con respecto a los judíos, Polonia, hacia allá, enfilaron sus botas. La travesía fue larga, pero el premio justificó sus esfuerzos. Luego de llegar a Polonia les son presentados al Sr. Jägermann, el hombre más rico del pueblo. Este al escuchar su odisea, se encariña con los chicos, los lleva a su casa y los adopta, les da su apellido.
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El Sr. Jägermann, no tenía hijos varones, pero tenía dos preciosas hijas. Con su buen olfato, había decidido ver en un futuro a sus hijas casadas con estos dos muchachos. En un solo día, sin darse cuenta logró cumplir con sus deseos más fervientes; primero el tener hijos varones, ese día tuvo dos, luego el casar a sus hijas con dos hombres conocidos y valientes.










Así comienza la historia de mi familia. Pasado un par de siglos, los descendientes de estos hermanos que se había radicado en Polonia, sin la necesidad de mudarse se encuentran en Rumania. Las guerras cambiaban fronteras, separaban pueblos y obligaban separaciones entre las mismas familias. Contar desde ese momento toda la historia de mi familia llevaría todo un libro. Respetando el espacio que se me dio creo que debo de recomenzar con mis abuelos paternos; Jacob y Mariam, luego los maternos; Chune, mi abuela Taube. Mis padres; Schama y mi madre Dora. Fuimos tres hermanos varones nacidos en Costesti : Joseph Jägermann Kohn, en el año de 1.923. Mi querido e inolvidable hermano Salo, nacido en 1.932. y yo, Willy, nacido en el año 1.927.

Mi padre, era Administrador graduado en la Universidad. Se ocupaba de su empresa de madera, exportaba sus productos en el mercado internacional. Además era socio en otra empresa con el Sr. Fishel Karpel. Como terratenientes, ambos explotaban la agricultura.
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Esta sociedad duró hasta comenzada la Segunda Guerra Mundial, cuando llegaron los rusos y expropiaron sus bienes, aunque con los descendientes de los Karpel, seguimos unidos en estos lares por lazos familiares.


Mi madre, era maestra en el único colegio público de Costesti. Su amor por los niños la hacían sentir realizada cuando se veía rodeada por ellos en el colegio.
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En el año de 1.938 le llegó su pensión, fue el mismo año en que nos mudamos a Cernâuti (Chernovich). Varios de mis tíos habían emigrado para no pelear dentro del ejército Rumano.
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Mi tío Max y mi tío David fueron unos de los que no quisieron quedarse.


Los judíos por ser minoría, no eran bien vistos; los acosaban, los maltrataban por el simple hecho de no dominar el rumano. Por sus defectos en la pronunciación eran golpeados, tanto que a veces regresaban en malas condiciones.
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Menciono a gente, digo sus nombres, pasan los nombres y sin querer olvidamos la importancia de ellos en nuestras vidas. Mi tío Max quién falleció en 1.965, hizo todo lo que pudo por sacarnos de Rumania, en 1.946 nos mandó un affidávit (Permiso de inmigración para los Estados Unidos), en su época avaló con todas sus pertenencias, para garantizar nuestra estadía.

Mi tío David fue una especie de San Nicolás, siempre pendiente de nosotros. Con igual corazón, con la misma vehemencia y con un don muy especial debo poner en el sitial de honor a mi tío Abraham Mote Kohn, quién se portó con nosotros como un verdadero padre. Muchos merecen ser nombrados por su buen corazón, su afecto y preocupación por nosotros antes, durante y después de la guerra, pero voy a seguir contándoles los episodios que aún recuerdo de nuestra vida.

Mi hermano mayor muere en el año 31. Una fuerte gripe lo ataca y la tos poco a poco lo acaba. El hermano que se ocupaba de jugar conmigo, ya no está. Mi mundo se reduce, perdí a mi primer maestro. Los siquiatras dicen que es difícil reconocer una pérdida a tan corta edad, pero de la noche a la mañana, recuerdo, yo sufrí la suya.

Mi niñez la pasamos en un pueblito llamado Costesti. Vivían mis abuelos en una de las casas más grandes y bellas. Mis tíos: Moses Mülhlstein casado con mi tía Pessie, eran nuestros vecinos. Mi tío Moses era un hombre rico y culto, la gente disfrutaba cuando hablaba, él parecía un libro abierto, vivía a un kilómetro de nuestra casa, tenía tres hijas, muy bellas, la mayor de ellas tenía mi misma edad, poseían vacas, caballos y otros animales de granja.

Visitar a mis primas era sumamente emocionante. Me encantaba jugar con los animales. Mis primas las Bernstein vivían frente a nuestra casa. Mis abuelos a escasos metros, en la misma acera, pegados a la casa de mi mejor amigo de la infancia Samy Schechter. Un poco más abajo estaba la sinagoga, a 50 metros de ella, la Mikve (baños costumbristas religiosos, donde nos bañábamos los viernes antes de ir al rezo. Había un cuarto para hombres y otro para mujeres) al doblar la calle vivía el hermano de mi abuela Miriam.

Mi pueblo era muy pintoresco. Tenía, una iglesia, un colegio y una sinagoga, que durante la semana era usada como Jeder (escuela de hebreo), una carnicería Kasher (comida supervisada por un religioso), contábamos con un Shojet (Matarife especializado en el sacrificio sin dolor de los animales), pero no contábamos con un cementerio judío, el más próximo quedaba a 30 kilómetros de Costesti, en la ciudad de Stanesti. Un cementerio era utilizado por varios pueblos cercanos.



La mayoría de los judíos vivíamos en la calle principal, cada uno tenía en su misma casa su negocio. Eran de todas clases, desde una venta de víveres, a una distribución de alcohol, o un restaurante. Muchos se ocupaban de trabajar la tierra. Otros negociaban con frutas y hortalizas. Como en la mayoría de los pueblos pequeños, los judíos de mi pueblo, estábamos emparentados. La población total de Costesti era de 2.800 personas, de las cuales 269 éramos judíos, los demás eran cristianos ortodoxos, hablaban ruteno, un dialecto ruso.

Las casas de mi pueblo tenían todas sus fachadas blancas, su gente se ocupaban de blanquear con cal, por lo menos una vez al año. Era un pueblo muy limpio y ordenado. El cartero cada vez que visitaba a alguien para entregarle una carta, era recibido con afecto y por supuesto con una charla, un pedazo de bizcocho y el tradicional vino casero.

La llegada del viernes por la tarde hacia cambios importantes en el pueblo, se matizaban los colores blanco y negro. El blanco de las fachadas de las casas con el negro con que se vestían los judíos para asistir al rezo; tanto el viernes por la tarde, como el sábado.


Recuerdo a mi abuelita con que afán se ocupaba de la limpieza de su casa el día viernes y de la preparación de los panes blancos. Ese día era algo especial, los judíos salían rumbo a la sinagoga, con sus pulcras galas negras y sus sombreros tradicionales de piel, acompañados de sus hijos varones y nietos. Sus negocios estaban cerrados tanto el viernes por la tarde como el día sábado. Los viernes y días de pascuas los pasábamos en casa de mis abuelos. Mi abuelo aprovechaba para examinar mis avances en los conocimientos de guemará. Yo disfrutaba al verlo complacido con mis adelantos, se le veía sumamente orgulloso.

En esos días festivos, era muy fácil reconocer las casas de los judíos, aunque no llegaba la luz eléctrica a nuestro pueblo, los viernes por la noche, todas las casas de los judíos permanecían iluminadas con velas hasta altas horas de la noche, las demás no. Nosotros tenemos la costumbre de no apagar las velas luego de encendidas. Para mi era todo un espectáculo que veía desde mi casa. El Shabat (séptimo día de la semana, día de descanso) era un día sumamente respetado por nosotros. Era el día que mi padre regresaba de la capital, de Chernivtsi, donde tenía su oficina y a su socio, él solía irse los domingos y regresaba los viernes.

Recuerdos de mi infancia, recuerdos de mi gente, recuerdos que me hacen reflexionar. Recuerdos que no me permiten ver justificativos, recuerdos tristes, muy tristes de mis antepasados muertos.













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