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folklore y etnografía,... "arte y vida"

La etnografía y la ciencia del folklore. Ya a finales del s. XIX la etnografía y la ciencia del folklore tenían existencia autónoma, alcanzando gran altura en nuestros días. Ello se debe a que la cultura popular de los rumanos es muy antigua y se ha desarrollado sin interrupción, fiel a sus tradiciones. La persistencia en sus formas, tan complejas como vivaces, es una fuente de atracción para los teóricos e investigadores, que pueden desplegar su actividad en contacto directo con ellas. La cultura popular rumana es fruto de síntesis entre la cultura de los tracios -de su ramificación étnica, los dato-getas- y la de los romanos. Los dacogetas se romanizaron, adoptando la lengua y costumbres de los romanos que colonizaron la Dacia. Entre estos colonos había también habitantes de la península Ibérica.

La romanización no acabó con la capa subyacente dacogeta, impregnada hasta dicha época de los elementos de la cultura griega. Dicho proceso sufrió marcadas influencias en su nueva síntesis, como se percibe al estudiar los trajes populares, la cerámica, la forma de organización de las labore;; agrícolas y de la vida pastoril y, en gran medida, el folklore. Mas hay un hecho decisivo al que se debe, en gran parte, la vitalidad de la cultura popular rumana. Cuando la clase dirigente romana se retiró de Dacia -que se convirtió así en lugar de paso de las olas de migración-, las formas de vida autóctona huyeron de las ciudades, refugiándose en los pueblos, constituidos en comunidades u obsti, y más tarde en federaciones. De este modo y a lo largo de los siglos, la cultura rumana se convirtió en una cultura popular que no rompió completamente sus lazos con las culturas ciudadanas más próximas, sobre todo con la de Bizancio.

Este desarrollo de la cultura popular continuó durante el periodo que siguió a la creación de las formaciones de Estado rumanas: Valaquia y Moldavia, así como Transilvania. Ésta es la razón de que los escritores tuvieran tal conocimiento y estima por la cultura popular. Puede decirse que ellos son los verdaderos precursores de la etnografía rumana. El príncipe Demetrio Cantemir (1673-1723), p. ej., puede ser considerado como el primer etnógrafo rumano. Escribió Descriptio antiqui et hodierni status Moldaviae (Descripción de la Moldavia antigua y moderna). En la primera mitad del s. xix -época del renacimiento nacional del pueblo rumano- el interés de los eruditos se centró principalmente en el folklore y la etnografía, por ver en ellos una prueba elocuente de la manera específica de ser, de la potencia creadora y del derecho a una vida nacional independiente para su pueblo.

Los románticos pusieron de relieve el valor artístico del folklore, así como ciertos aspectos de la etnografía del pueblo rumano. El poeta Vasile Alecsandri publicó en 1852-53 su colección de Poesías populares de los rumanos. Las abundantes notas explicativas que acompañaban a los textos poéticos están a menudo relacionadas con aspectos etnográficos. Las traducciones de su colección consolidaron los fundamentos de la ciencia del folklore y de la etnografía en Rumanía.

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Durante la segunda mitad del s. xix ambas se constituyen en verdaderas disciplinas científicas, gracias sobre todo a los trabajos de B. P. Hasdeu (v. vin). Simion F. Marian escribió amplias monografías en las que la investigación etnográfica se une a la del folklore: Las fiestas entre los rumanos (3 vol., 18981901), El nacimiento entre los rumanos (1892), Las bodas entre los rumanos (1890), Los funerales entre los rumanos
(1892). Además de una exhaustiva investigación en el campo de las fiestas, Tudor Pamfile acomete una vasta obra de documentación en la serie de monografías sobre la Mitología rumana (1913-16). El mismo T. Pamfile publica unos estudios puramente etnográficos: La industria doméstica entre los rumanos (1910) y La agricultura entre los rumanos (1913). En la serie de las grandes colecciones de folklore destacan las Poesías populares rumanas (G. D. Teodorescu, 1885) y Leyendas o cuentos de hadas de los rumanos (Petre Ispirescu, 1872-76). Grandes escritores, como Mihail Eminescu (v.) e Ion Creangá (v.), se inspiran en lo popular.

En el s. xx, la etnografía y la ciencia del folklore siguen vías diferentes. Con Romulus Vuia emerge el primer especialista que se consagra exclusivamente a la etnografía. Al mismo tiempo, el romanista Ovid Densusianu funda la escuela moderna del estudio del folklore en R., apoyándose en sólidas bases filológicas. En el periodo comprendido entre las dos guerras mundiales, la escuela sociológica de D. Gusti utiliza ampliamente la etnografía en sus investigaciones in situ. Se funda en Bucarest el Museo de la Aldea, al aire libre, compuesto de viviendas rurales de los más diversos tipos, procedentes de todas las provincias rumanas, con todos sus anexos y utensilios (1936). Se organizan los museos etnográficos de Maramures (1921) y de Transilvania (1922). Se funda la Sociedad etnográfica rumana (1922), y se crean las primeras cátedras de la especialidad basadas en el estudio del folklore. Continúan las investigaciones sobre el folklore rumano con modernos sistemas de grabación.

Después de la II Guerra mundial, el horizonte de las dos disciplinas se ha ampliado considerablemente, gracias al impulso dado por la nueva Acad. Rumana y a una política de mayor amplitud en la elección de los temas publicados por las editoras del Estado. Los estudios etnográficos se organizan en torno a los museos, fundándose en esta época el Museo de la Técnica Popular (Transilvania), el Museo Etnográfico de Moldavia, el Museo de Viticultura y el Museo de Piscicultura.

Los estudios folklóricos se desenvuelven dentro del marco del Inst. de Etnografía y Folklore, que posee uno de los archivos más vastos de Europa. Se emprenden al mismo tiempo investigaciones en los demás institutos de índole humanista, así como en las diversas filiales de la Academia y en la mayoría de los grandes centros culturales del país. Se empieza a editar el Atlas etnográfico de Rumania. Bibliografía general de la etnografía y el folklore rumanos, así como repertorios de temas y motivos de la poesía y la prosa populares. Se publican amplias síntesis sobre la balada y la prosa épica popular, así como monografías sobre obras maestras del folklore rumano. El desarrollo de la vida folklórica, que se mantiene vigorosa y diversa, se ve asimismo estimulado por las representaciones artísticas con carácter de espectáculo, gracias a la creación de grandes conjuntos de poesía, música y bailes populares.




En el campo de la etnografía y del folklore, Rumanía presenta ciertos aspectos que figuran entre los más interesantes de Europa. El proceso de la sociedad moderna coexiste con una cultura popular muy antigua y variada que ha llegado hasta nosotros con excepcional vitalidad. Esta antigüedad y continuidad quedan de manifiesto en el hecho de que algunas tradiciones se remontan al Neolítico. Así, entre los objetos de cerámica que se fabrican hoy en Aboga (Oltenia), pueden verse figurillas de terracota que atestiguan la conservación de ciertas tradiciones escultóricas del Neolítico. Un colind, cántico solemne de funciones rituales interpretado durante las fiestas de Navidad, recuerda la vida de los cazadores prehistóricos. La estatuilla El Pensador, perteneciente al Neolítico medio y descubierta en Hamangia, da fe del nivel alcanzado por el arte prehistórico en el país. Las estatuillas fúnebres de mujeres, encontradas en la necrópolis de Cirna y que datan de la época del Bronce, prueban -si se comparan sus vestidos con los de las mujeres de hoy- la pervivencia ininterrumpida de funciones y elementos ornamentales característicos. Las figuras de hombres y mujeres pertenecientes a la población daco-gética, visibles en los bajorrelieves que decoran monumentos romanos, atestiguan la continuidad del vestido popular rumano, en sus elementos fundamentales.

Los pueblos rumanos son de dos tipos diferentes, según la geología del suelo sobre el que se formaron: pueblos «diseminados», con casas aisladas, situadas en las zonas de montañas y colinas; y pueblos «agrupados», de casas unas al lado de otras -pero con amplios espacios que encierran la vivienda, las dependencias y el huerto-, situados en el llano. En la construcción de las casas y de las cercas predomina la madera, en cuyo trabajo el rumano ha demostrado ser un artista no sólo con ingeniosas soluciones técnicas a problemas arquitectónicos, sino también con obras de arte (construcción monumental y ornamentación escultural de grandes puertas).

Lo que caracteriza la vivienda rumana es la prispa -una estrecha terraza que rodea toda la fachada de la casa- y el foisor, especie de mirador que sobresale de la fachada, generalmente frente a la entrada, en la parte superior de los escalones y sosteniendo el tejado por medio de columnas de madera ricamente ornamentada.




En el centro de la casa se encuentra el hogar.

En la actualidad, la urbanización de los pueblos impone, por un lado, la continuación del proceso de agrupamiento y sistematización de las casas en un espacio más restringido y, por otro, el agrandamiento de las habitaciones y el empleo cada vez más frecuente del ladrillo como material de construcción. La arquitectura popular inventa a menudo soluciones originales y tiende a crear un nuevo estilo arquitectónico que saca partido a los elementos tradicionales.

En lo que se refiere a las ocupaciones en otro tiempo fundamentales -la agricultura y el pastoreo- puede observarse el mismo fenómeno. En la técnica del pastoreo -que ha conservado múltiples tradiciones daco-géticaslas observaciones heredadas relativas a la vida del ganado se asocian con los modernos conocimientos zootécnicos. En la agricultura, se ha acentuado el empleo de la técnica moderna, por la mecanización de los trabajos en las grandes superficies de las explotaciones agrícolas colectivas. Pero las ancestrales tradiciones relacionadas con la vida cotidiana se truecan en diversas formas de festividades, animadas por el fondo vigoroso de las costumbres, con sus cantos y bailes.



Los grandes conjuntos artísticos -como Perinita, Ciocirlia y otros, en los que culminan estas formas de vida folklórica- gozan de fama mundial, y son fruto de la fidelidad constante con que se cultivan las tradiciones folklóricas.

Una evolución similar se observa en el traje popular. Caracterizado por el predominio del blanco -con una rica ornamentación de motivos geométricos, cuyas tonalidades se combinan con fina armonía cromática- tiende a convertirse en un atuendo reservado para las fiestas. El mismo fenómeno se observa en lo que se refiere a los demás productos de la industria campesina. Las mantas tejidas (velinte) y los tapices (chilim) -que adornan las camas y paredes- han llegado a ser objetos de arte solicitados. Otro tanto sucede con la cerámica popular. Los productos de ciertos centros de antigua tradición -como Oboga, Horezu, Marginea y otros- son hoy altamente apreciados.

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Para la conservación de los valores artesanales, así como para un conocimiento más profundo de la cultura popular en sus formas concretas, se han creado en Bucarest y otras localidades los Museos del Pueblo, constituidos por el trasplante íntegro de casas representativas procedentes de diversas zonas de R., con su interior completo y todos los artículos necesarios para el hogar; el Museo Etnográfico de Moldavia, el Museo de Arte Popular, el Museo de la Técnica Popular, el Museo de Viticultura, el Museo de Piscicultura, etc.


artículo escrito por @ Ovidiu Papadima

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